Racismo al mejor estilo Disney
Hace un par de semanas me encontraba yo conversando con algunos amigos y compañeros de la universidad sobre temas varios, que siempre giran entorno a 4 temas fundamentales: sexo, comida, política y procesos escatológicos generales. No pregunten la razón de estos cuatro temas ni el porque somos tan poco creativos en nuestras conversaciones. El caso es que, una persona,
francamente no recuerdo quien fue, comentó que ella creía que no habia tanto racismo en nuestro país. Este comentario, como era de esperarse, generó en mi una especie de sobrecalentamiento cerebral y subsecuente reseteo del mismo ya que la cantidad de información, ideas, teorías, conceptos y respuestas, ante ese comentario, que vinieron a mi cabeza se agolparon de forma abrupta y violenta en mi cerebro generando que de mi boca no saliera el más mínimo ruido. Por un lapso de minuto y medio estuve tratando de organizar mis ideas pero para cuando habia logrado redactar mentalmente una respuesta ligeramente congruente ya otro amigo habia tenido éxito en lo que yo tardé un buen rato en organizar... una respuesta coherente.

Pasados varios días de ese evento quise redactar algo, ya en físico, sobre como nos van endosando lenta y casi imperceptiblemente la superioridad de razas y clases desde que tenemos uso de razón, con distintos empaques, con música de fondo, y en diferentes formatos. No pretendo explayarme en un estudio científico ni en la teorización de este hecho, porque aunque algunos lo duden, (todavía) sí, es un hecho.
Para ilustrar mi punto de forma precisa, tomé un ejemplo claro, cantante y sonante, bastión influenciador de la infancia de mi generación y otras más venideras, inocente en apariencia y asquerosamente famoso, me refiero nada más ni nada menos que al tan nombrado "Rey León", caricatura inmensamente popular creada por la gente de Disney, "inocente" corporación cinematográfica que se ha encargado de llenarnos la cabeza de cualquier cantidad de mentiras desde hace más de cinco décadas. Amén de todas las patrañas sobre el principe y la princesa que hemos visto hasta el cansancio bajo el sello del castillito de disney y las orejas del ratón, podemos sumarle también su aporte al racismo inconciente de muchas mentes jóvenes actuales.

Esta bien, todos acuden al magno evento del infante en cuestión, ahora mi pregunta es ¿hacen lo mismo con el resto de los animales de la sabana? ¿Cada vez que nace un hipopótamo, avestruz, cebra o caiman, se construye toda esta parnafernalia donde cada animal de la sabana va a ver como el mono Rafiki alza en brazos al nuevo miembro del reino silvestre? Lo dudo mucho, sólo lo hacen al nacer los rubios leones, que por alguna extraña razón gozan de ese pivilegio como parte de la monarquía animal. Sí, sólo ellos, sólo los rubiecitos y bonitos felinos gozan de los beneficios de ser halagados hasta por los que se convertiran en su cena par de horas después.
Ahora bien, digamos que es una desafortunada casualidad el color de Skar y que su increíble parecido a un hombre del medio oriente es mera coincidencia, déjemoslo así y pasemos a otra cosa mariposa. Veamos al resto de los personajes de la película animada. Está Simba, el rubiecito entrépito e impertinente, o mejor dicho, "curioso", protagonista típico, causante de las desgracias del resto de los personajes cuya única culpa es haber conocido al susodicho en cuestión. Nala,
Aunque suene paradójico, El rey león es una de mis películas animadas favoritas de todos los tiempos, me encantan los dibujos, la historia y la musicalización. De niña ví esta película unas treinta veces, y ya de grande la he visto como unas cinco más y por esto creo que soy una de las más indicadas para criticar lo que me parece que está mal, porque, a pesar de los detalles que resalté más arriba, y muchas otras muestras de otros tipos de intolerancia que puntualizaré en otro artículo lo pensaré dos veces antes de mostrarle la película a mis hijos, mis sobrinos o cualquier infante con el que mantenga algún vínculo sanguíneo/afectivo. Con esto no lo salvaré del mundo intolerante, injusto y lleno de prejuicios en el que vivimos, pero quizas retrase un poco ese codicionamiento sobre las nociones del bien el mal y su intrinseca relación con características tan irrelevantes al caso como la raza, la religión, el género o la preferencia sexual.
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