Época decembrina
A propósito de estas épocas decembrinas, aprovecharemos estos momentos de ocio, entre las compras de los manteles navideños (aún recuerdo esa conversación con mi madre...yo: Pero si esos manteles están intactos, perfectos, impolutos, sólo los sacamos el 31 como a las 11:30 p.m. y después del cañonazo los volviste a guardar!!!... mamá: están AS-QUE-RO-SOS... y ahí vamos de nuevo... a gastar dinero en manteles innecesarios) la pintada de la casa en "familia", (de esas donde tu mamá se sienta, cerveza en mano, a echar chismes con tus tíos y de vez en cuando voltea a verte para señalarte con la boca: ahí te falto pintar... a ver si te fijas...) y por supuesto los tres mil regalos para mengano, sutano y perencejo que has visto como dos veces en tu vida durante quince minutos pero "¡ay chica! como te cargó a ti fulanito cuando estabas chiquita". Dentro de todo ese rictus aparentemente inútil, nos damos cuenta que, a pesar de las peleas, la cargadera de bolsas de mercado, la movedera de los muebles para que "la energía entre por el norte desde la estrella Aldebarán que esta retrogrado en la casa diez" existe ciertamente algún aura benigna que te permite soportar tanto tiempo con tus familiares, tantos arreglos y tantos momentos de hastío escuchando por enésima quinta vez el cuento de tus tíos que según ellos hacían unas parrandas "machetéricas" en su época de “chamos”, y bailaban las canciones de Dona Summer y Aretha Franklin con sus afros gigantescos, sus pantalones campanas y sus camisas abiertas que le dejaban al descubierto los vellos que (para la época) demostraban mucho atractivo viril.
Lejos de todo eso, esta es una de las épocas más lacrimosas del año, en esta época está permitida toda la cursilería posible y nadie es recriminado por ello. Hasta el familiar más serio de la familia se te guinda del cuello (luego de cinco whiskys) y te besuquea en un ataque paternal/maternal, del que es imposible zafarse con miradas de auxilio a el resto de los familiares, ya que a ellos les parece "súper tierno" la llave inglesa aplicada de forma "amorosa" (cualquier parecido con la realidad es hecho con toda la intención y alevosía). Así que, aprovechando eso, doy un caluroso saludo a los pocos (pero fieles) lectores de este humilde blog, deseándoles buenas fiestas junto a esos personajes tan chistosos llamados familiares y esperando que tengan un excelente año. Yo por mi parte, me pondré mi ropa interior amarilla, sacaré mi maleta luego del cañonazo, me montaré en una escalera, me comeré mis doce uvas al sonar de las campanadas y apretare algún billete de alta denominación (como todos los años) a ver si este año si me gano el premio mayor de la lotería, o por lo menos, para tener algo interesante que contar, a la vuelta del año nuevo.
Lejos de todo eso, esta es una de las épocas más lacrimosas del año, en esta época está permitida toda la cursilería posible y nadie es recriminado por ello. Hasta el familiar más serio de la familia se te guinda del cuello (luego de cinco whiskys) y te besuquea en un ataque paternal/maternal, del que es imposible zafarse con miradas de auxilio a el resto de los familiares, ya que a ellos les parece "súper tierno" la llave inglesa aplicada de forma "amorosa" (cualquier parecido con la realidad es hecho con toda la intención y alevosía). Así que, aprovechando eso, doy un caluroso saludo a los pocos (pero fieles) lectores de este humilde blog, deseándoles buenas fiestas junto a esos personajes tan chistosos llamados familiares y esperando que tengan un excelente año. Yo por mi parte, me pondré mi ropa interior amarilla, sacaré mi maleta luego del cañonazo, me montaré en una escalera, me comeré mis doce uvas al sonar de las campanadas y apretare algún billete de alta denominación (como todos los años) a ver si este año si me gano el premio mayor de la lotería, o por lo menos, para tener algo interesante que contar, a la vuelta del año nuevo.